viernes, 25 de mayo de 2007

UN POCO MAS DEL TIROTEO

Las expresiones de dolor entre los parientes de uno y otro son indescriptibles mientras sus padres claman justicia y piden a las autoridades la investigación del triple crimen. “Mi niño, mi chiquito”, así gritaban desesperadas las hermanas de Olga Tapia, madre de Ignalio, frente a su ataúd. Igual dolor expresaba la esposa Mery de Mañón. El papá, Dionisio Mañón, dolido por la pérdida de su único hijo y administrador del negocio de la familia, pidió a la Policía que esclarezca el hecho y se quejó de la “poca” colaboración que dijo han ofrecido los amigos que acompañaron a Ignalio la noche de su asesinato.

Prometió ante el féretro de su vástago que llegará hasta las últimas consecuencias para aclarar el hecho, tras definir a su hijo como un hombre serio y trabajador. Mañón tenía dos hijos, de tres y siete años.

Su novia, Valery Arias lloraba desconsolada, y su padre Nemen Nader, dijo que a éste lo mataron de tres disparos a quemarropa en el cuello, el torax y el estómago. Pidió que se esclarezca su muerte ya que hace cinco meses fue atacado a tiros en la avenida Winston Churchill y, aunque puso la denuncia, dijo que la investigación nunca concluyó. Cuestionó sobre la presencia del raso de la Policía, Fray Pablo Villamán Toribio, en la lujosa discoteca, donde el consumo mínimo en una mesa VIP es de cien dólares.

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