miércoles, 21 de marzo de 2007

Las mejores y peores formas de morir

No todas las agonías son iguales. Unas pueden ser dolorosas, y otras dulces como un sopor. Si te interesa saber QUÉ SE SIENTE al morir, aquí tienes algunos ejemplos. Requiéscat in pace.

DECAPITADO
¿Guillotina o hacha? Da igual, porque si nos cortan la cabeza, nada nos librará de sufrir dos segundos de dolor extremo. La cuchilla cercena los huesos que unen la cabeza al cuerpo, y eso, según explicó el forense Harold Hillman en New Scientist: “Tiene que causar un gran dolor”. Grande, pero breve, ya que dos segundos después caeremos inconscientes por la hemorragia, aunque el cerebro conservará aún sangre y oxígeno para sobrevivir 15 segundos mas. ¿Explica eso los casos de cabezas cortadas que mueven los ojos o la boca? Según Hillman, solo son espasmos involuntarios causados por la agonizante química cerebral.

SEDIENTO
Y a que el exceso de alcohol causa una ligera deshidratación, podemos imaginar que morir de sed provoca un dolor de cabeza cien veces superior al de la peor resaca que recordemos. Porque, debido a la falta de agua, el cuerpo se nutre del líquido cefalorraquídeo del cerebro, y por tanto, lo seca. Además, tras dos días sin beber, dejamos de orinar y los riñones se hinchan como un globo, lo que causa un dolor similar a una puñalada; los ojos se secan y endurecen como si fueran de cristal. La agonía dura de tres a siete días.

AHOGADO
Aunque muramos en el mar, puede que nuestros pulmones sigan estando secos. ¿Por qué? Gracias a la laringe, cuyos espasmos impiden el paso del agua al aparato respiratorio. Pero ni eso nos salvará… El agua anegará el estómago, y la falta de oxígeno hará que se nos amorate el rostro y que el cerebro sufra un coma mortal en unos minutos.

QUEMADO
Qué podemos hacer si el fuego nos rodea? Esperar un milagro, porque en solo unos segundos las llamas prenderán nuestros cabellos e irán consumiendo, por este orden, las manos, los hombros, el pecho y el rostro; aunque no veremos cómo nuestro cuerpo se calcina, ya que los glóbulos oculares estallarán al contacto con el fuego. Se estima que el dolor es mil veces superior al que se siente al poner la mano sobre una sartén al rojo, y dura diez minutos, los que tardan las llamas en achicharrar los nervios. Pero, probablemente, moriremos antes por las gravisimas heridas.

ASFIXIADO
Un hueso de pollo atascado en las vías respiratorias, o las manos de un estrangulador alrededor de nuestro cuello, provocan la hipoxia, que es la falta del suministro necesario de oxígeno a los tejidos y al cerebro. Las células sanguíneas, desoxigenadas, pierden su color rojizo y adquieren un tono morado que se refleja en la piel. La víctima pierde la consciencia en pocos minutos, y muere de un paro cardíaco.

CONGELADO
Algunas víctimas de muerte por hipotermia se desnudan antes de fallecer, aunque se ignora la causa. Lo que sí se sabe es que el peligro comienza cuando la temperatura corporal baja a 35ºC. Tras los escalofríos iniciales, las manos se entumecen, señal de que nos quedan 90 minutos de vida. Los vasos sanguíneos se hielan, lo que impide la circulación: en una hora, las extremidades estarán congeladas y el dolor será atroz. Ates de caer inconscientes por falta de riego cerebral, algunos se desnudan. ¿Por qué? Las alucinaciones pueden ser la causa.

GASEADO
El monóxido de carbono provoca una muerte rápida e indolora; por eso lo llaman el asesino silencioso. En caso de intoxicación, el CO2 sustituye al oxígeno en el organismo, ya que su afinidad para mezclarse con la sangre es 250 veces superior. La víctima solo nota un dolor de cabeza seguido de náuseas. Lo más probable es que se quede dormida antes de morir, pero si intenta huir, no podrá moverse. Los músculos están agarrotados por el gas, y el desdichado solo puede reptar unos metros.

DESANGRADO
Tenemos cinco litros de sangre en el cuerpo; perderla toda puede llevar desde unos minutos hasta horas, según el tipo de herida. Al sabio romano Petronio, que se suicidó cortándose las venas durante un banquete, le dio tiempo a hablar de filosofía. ¿Pero sufrió? En absoluto. Podemos perder hasta el 15% de la sangre sin sentir más que un mareo. Pero conforme aumenta la hemorragia, sufriremos una grave hipotermia, hasta que, tras perder 2,5 litros de sangre, entremos en coma.

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