“Como agua para chocolate”, “estoy que exploto”, “me saca por el techo”, “se me sale el mostro”; esas y muchas más son expresiones que se usan a diario para expresar que se tiene coraje.
*Foto titulada “The Scream” cortesía de Shayna Michael*Foto titulada “The Scream” cortesía de Shayna Michael
Sentir coraje es normal y no es ni bueno ni malo, es simplemente, un aspecto más de la naturaleza humana. Lo que si puede ser positivo o negativo, es la manera que se utilice para expresar el coraje.
Nota que enfatizo la palabra “expresar”. Lo hago porque deseo recalcar que si el coraje no se expresa, la frustración y el resentimiento que lo generó, se acumulan en la persona y tienen el potencial de hacerle mucho daño. Por otro lado, su expresión adecuada puede llevar a cambios positivos en la vida. Así que, la meta no es reprimir la expresión de coraje, si no, expresarlo de una forma positiva.
Aunque en ocasiones hay personas que hacen cosas con la intención de molestar a otros, la mayoría de las veces la ira es producto de la manera en que pensamos e interpretamos las cosas que suceden a nuestro alrededor.
Así que, si te encuentras cansad@ de “salir por el techo”, prueba las recomendaciones que te ofrezco a continuación. Luego de probarlas evalúa como te sientes; es muy probable que alguna de ellas te ayude a tomar el control de tu ira.
Identifica tus señales tempranas – Es mucha la gente que reconoce una serie de cambios físicos que comienzan a sentir cuando se inicia su coraje (ej. tensión en los músculos, sea agita el corazón). En cuanto te percates de tus señales, ese es el momento de trabajar en frenar la ira. Si esperas, ésta puede salirse de control y puedes actuar de una forma en que luego te arrepientas.
Cálmate antes, actúa después – Sé que esto es más fácil de decir que hacer, pero tampoco es misión imposible. Aprende y practica con frecuencia estrategias que te ayuden a relajar (ej. respiración profunda y lenta, ejercicio, dar un paseo, oír música, recuerda chistes). De ser necesario y posible, abandona la habitación y regresa cuando te hayas calmado.
Modifica tus pensamientos - Muchas personas tienen pensamientos ilógicos o irracionales que les llevan a interpretar los sucesos de manera inapropiada y problemática. Por ejemplo, piensan que si alguien hace algo que les afecte a ellos, la otra persona actuó con la intención de hacerles daño. No se detienen a pensar que la acción de la otra persona pudo deberse a un error o a un acto de ignorancia. Al asumir que hubo una intención dañina, es fácil que sientan coraje; emoción que pudieron haber evitado de haber pensado que esa interpretación que hicieron era solamente una de muchas posibles explicaciones.
¿Eres perfeccionista? - Si piensas que todo debe ser perfecto y que solo existe una manera de hacer las cosas bien, te auguro muchas frustraciones y posibles corajes. Aprende a aceptar que aunque es deseable buscar la excelencia en lo que se hace, son pocas las cosas que requieren perfección. Si exiges perfección de ti y de los que te rodean, estás aumentando la probabilidad de frustrarte y, por ende, de encolerizarte. Los seres humanos no son perfectos y, por tanto, se puede predecir que cometerán errores (incluyéndote a ti).
Controla tu diálogo interior – Lo que te digas a ti mism@ tiene el potencial de aumentar tu ira o de disminuirla. Si te observas realizándote comentarios que te encolerizan más, detente. Reemplaza los mismos por comentarios que sirvan para calmarte y analizar las cosas de forma más objetiva. Por ejemplo, si alguien critica tu trabajo puedes pensar “¿Qué se ha creído ést@?” (aumentando tu ira) o puedes pensar “¿Habrá algo de cierto en lo que dice, déjame analizar esto?” (verlo cómo crítica constructiva puede calmarte).
Comunícate mejor – Evalúa si esa actitud desagradable que observas en la respuesta de otros no se debe a la forma en que te comunicas con ellos. A veces es más fácil culpar a los demás que ver las faltas que nosotros mismos cometemos. Puede ser que sin percatarte, estés provocando que te respondan de maneras que te generan coraje. Recuerda que la familia, compañer@s y subaltern@s, también merecen respeto y trato amable.
Escríbelo – Escribir es una manera efectiva de desahogarse sin hacer daño a otr@s. Si no deseas arriesgarte a que lean lo que escribiste, procede a destruir el papel o ponle contraseña al archivo en la computadora. Al escribir puedes dar rienda suelta a expresar todo aquello que si dijeras lastimaría a alguien. Una vez te sientas mejor, procede a trabajar con la situación en la vida real, si fuera pertinente.
Traumas o abuso previo – A veces, las personas sienten coraje con facilidad porque en el pasado sufrieron o presenciaron situaciones de trauma o abuso. Si ese es tu caso, te recomiendo que consideres buscar ayuda psicológica. Es posible que esas emociones de tu pasado que no se procesaron, actúen ahora como un “amplificador” que lleva a que reacciones de manera desproporcionada ante ofensas menores. Esto puede ser así aun si el evento de trauma o abuso ocurrió hace muchos años.
Atiende tu salud – Si hace tiempo que no atiendes tu salud y has comenzado a experimentar coraje con frecuencia, consulta con tu médico. Algunas condiciones médicas (ej. hipertiroidismo) pueden generar irritabilidad y mal humor entre sus síntomas.
Busca ayuda profesional – Un@ psicólog@ te puede ayudar a aprender estrategias que te ayuden a manejar tu coraje de forma constructiva. Además, una evaluación psicológica o psiquiátrica puede descartar la presencia de condiciones mentales que pueden manifestar síntomas de irritabilidad (ej. depresión mayor, desorden bipolar). Si tu coraje está saliéndose de control, es el momento de buscar ayuda profesional.
Recuerda que lograr cambios requiere perseverancia y, en ocasiones, intentar varias alternativas hasta dar con la correcta. Sin embargo, ¡los buenos resultados bien valdrán la pena!
Date la oportunidad de equivocarte en tu camino a controlar tu coraje y, sobre todo, no te des por vencid@.
¡Como siempre, te deseo mucho bienestar y salud psicológica!
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