No coma cuento con los gemidos. Si de un momento a otro comienza a gritar y dice "llegué" con la misma voz con la que contesta el teléfono, no le crea.
He recibido muchas cartas de señores quejándose porque sienten que en este espacio se les condenó por 'malos polvos' sin respetárseles el debido proceso.
Tengo que reconocer que tal vez fui injusta dejando entrever, equivocadamente, que nosotras somos medalla de oro en eso de las funciones infraumbilicales. No hay tal, y eso lo acepto. Algunas también podemos ser unas momias en la cama.
Aunque me reafirmo en que hay hombres que parecen formados sexualmente en un taller de mecánica, y que no tienen ni idea de lo que es un orgasmo femenino, me parece curioso que haya quienes se indignen porque su pareja finge. Pues bien, como el propósito de esta columna no es guardar secretos, les confieso que, por muchas causas que después abordaremos, también he hecho teatro.
Y para que eviten quedar como unos tontos, les voy a contar, desde mi experiencia, cómo poner en evidencia a sus muñecas cuando se vuelven actrices.
Para empezar, aprendan a reconocer un orgasmo: mírennos a los ojos, identifiquen nuestros sonidos, nuestros gestos (cuando estamos plenas nos interesa que nuestra pareja lo sepa, ahí somos muy expresivas). Hagan el ejercicio, después se darán cuenta que cuando fingimos no es ni parecido.
No coman cuento con los gemidos. Cuando el placer es real estos van modificándose paulatinamente. Si de un momento a otro comenzamos a gritar y decimos "terminé" con la misma voz con la que contestamos el teléfono, no nos crean.
Después de un orgasmo nuestras partes quedan muy sensibles. Si intentan tocarnos de nuevo, simplemente no los dejamos. Además quedamos inmóviles, muy relajadas, nunca con ganas de prender el televisor para ver cómo se aparean las gacelas en el Kilimanjaro.
Pero si a los dos minutos nos ponemos 'cariñositas' otra vez, es porque simplemente no "llegamos".
No se olviden del movimiento. Si nos movemos mucho duden, si nos movemos poco,también. Cuando estamos bien estos son armónicos e involuntarios. Además, nuestras mejillas están más rojas, las pupilas dilatadas, el ritmo cardíaco acelerado y los pezones un poco más grandes.
No olviden que podrán notar cada cosa si en lugar de darnos la espalda nos ponen una mano en el pecho.
Si todo esto les parece engorroso, desconfíen si empezamos a gritar y a movernos súbitamente justo cuando ustedes van a terminar. Mucho más si les preguntamos, ¿te sentiste bien?
Sé que algunas me van a matar. O aprendemos a ser más sinceras y hablamos con ellos o nos preparamos para ganar un Oscar, pero no de reparto. Hasta luego.
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